Pongamos por delante tres
realidades; una, la formación post y universitaria es muy académica; dos, el
95% del tejido empresarial español es el entorno pyme y micropyme; y tres,
consecuencia del punto anterior, la gran mayoría de los titulados que llegan a
puestos de gestión/directivos, no pisarán en su vida una empresa que facture
más de 25 millones de euros o tengan más de 150 trabajadores en nómina.
Como en el post anterior, después
de unos años curtiéndose con la experiencia, es recomendable echar la vista
atrás y volver a empaparse de parte de los conocimientos adquiridos y olvidados
muchas veces, para comparar la realidad con la teoría. No se reniega aquí de
las teorías organizativas, ni de las lecciones orientadas al liderazgo, por
ejemplo, pero sí se quiere criticar el enfoque e incidir en que una cosa es la
teoría y otra muy diferente es aplicarla en la práctica.
En el campo académico hay una
carencia del sentido práctico de la teoría, más dirigida a aprender a pensar o
procesar datos que a una orientación profesional real. Esto hace que muchos
titulados se den con un canto en los dientes cuando, con suerte, acceden al
trabajo. Pueden tardar en encontrar su
sitio o vocación, ya que ni todos valen para cualquier cosa ni el título
prepara para las distintas funciones que pueda haber en la empresa, sin contar
con los que sólo por tener el título ya se consideran poseedores de una
autoridad moral sobre el resto del personal. En necesaria, por tanto, la
experiencia y recapacitación de lo aprendido para ir evolucionando hasta llegar
a gestionar con cierta eficacia y sentido común.
Inevitablemente, las teorías
organizativas van muy asociadas a la circunstancia humana y no dan soluciones
matemáticas, no hay fórmulas milagrosas que den como resultado de su aplicación
el deseado éxito de la gestión, como puede suceder en otras ramas de la
ingeniería, más técnicas y más factibles de poder llegar a estar controladas
con cierta formulación o sistematización preestablecida. No hay más que ver
cómo hace énfasis la teoría en los casos de éxito, en la utilización de un
lenguaje supuestamente académico que obliga a releer las descripciones ante la
dificultad de entendimiento de los planteamientos dados. De esta manera, el
tratamiento de los ejemplos de éxito, digamos de Steve Jobs, se aleja
espantosamente de la realidad, dado que las premisas de Steve Jobs pueden haber
sido buenas para él, pero hay que tener en cuenta los innumerables ejemplos de
fracaso, incluso siguiendo sus premisas.
Y esto es lo que las separa de la
realidad, cuanto más grande sea la empresa, más factible podría ser aplicarlas,
sin embargo, la realidad aquí, en España, es muy diferente, dado que las PYMES
están fundadas sobre la experiencia y el trabajo de una o unas pocas personas,
donde ha sido el propio ímpetu de los fundadores lo que les ha hecho no ya
triunfar, sino crecer y sobrevivir, en numerosos casos, sin los conocimientos
organizativos académicos, simplemente con el conocimiento por experiencia, con
su ensayo-error asociado, y llega un momento en que pueden llegar a ser
conscientes de que hay que profesionalizar o mejorar la gestión.
En este momento se produce el
choque teoría-realidad, ¿hasta qué punto es aplicable directamente?, ¿cómo
puede cambiar la mentalidad del gestor-propietario para asimilar esas teorías?,
¿hasta dónde se comprende que un gestor profesional no va a llegar y aportar
soluciones de forma automática con su sola presencia?. Estas y muchas más
preguntas pueden ser las que se encuentren al enfrentarse a un proyecto de
mejora organizativa.
Pongamos dos ejemplos, el
primero, hablemos de la rotación de materiales y sus formulaciones, por mucho
que queramos aplicarlas si la empresa no tiene una demanda bien clara y
continua, es prácticamente imposible de aplicar, porque se pudiera llegar a
suponer más bien un riesgo por acumulación de materiales que no tienen del todo
claro la salida en un plazo determinado, que conllevaría a una utilización
indebida de un capital que bien que se podría utilizar en otras cosas más
necesarias.
El segundo ejemplo, pongamos una
empresa X en un pueblo Y, donde el empresario ha oído hablar del Lean, el
Kaizen, las 5S, pero que él personalmente ha ido aplicando decentemente su
experiencia personal, su intuición y sentido común, que muchas veces le van
orientando sin ser consciente hacia dichas teorías, el encuentro entre el
empresario y el organizador no puede ser llevado al terreno de la teoría, el
empresario no puede pretender que el organizador llegue y aplique esos
conceptos como si fuera la instalación de una maquinaria. Sí lo que se puede es
intentar adaptarlas a la realidad de la empresa, manteniendo ciertas premisas, pero
siempre teniendo en cuenta las circunstancias del entorno donde se quieran
realizar, usarlas de guía e implantarlas flexiblemente.