Comprendida la necesidad de
poseer un sistema integrado en el negocio, ya que, de entrada, todo son
ventajas, llega el momento de plantearse qué es lo que de verdad se quiere
obtener, lo que marcará el coste estimado de la implantación.
En algunas webs se indican que el
coste de la implantación es un 3% de la facturación de la empresa (y se quedan
tan tranquilos con esta afirmación) es, aparte de inexacto, arriesgado por
parte del implantador, cada empresa es
distinta y puede que las casuísticas impidan mantener un presupuesto presentado
sin un estudio previo.
La empresa en sí debe ser
consciente de que, para garantizar una correcta explotación de su negocio,
necesita de distintas herramientas, ya sean productivas, económicas, legales,
etc. Por tanto, es necesario ajustar las partidas presupuestarias a todos los
recursos que intervienen, entre los que se encuentran, las partidas en
informática (formación, equipos, software).
Ahora bien, volviendo al coste de
implantación, ya sabidas las necesidades presentes y de futuro cercano que se
quieren obtener del ERP, es el momento de tener en cuenta cinco factores que
afectan al coste:
·
Adquisición y mantenimiento de software
·
Redes, equipos y otros dispositivos auxiliares
(captura de datos, etiquetado, impresión láser de códigos de barra, etc.)
·
Grado de nivel de personalizaciones
·
Formación de personal
·
Consultoría y dirección del proyecto
Estos puntos van a marcar la
conveniencia o no de la implantación de un determinado ERP, ya que no todos
valen para cualquier tipo de empresa ni, incluso, los más caros tienen por qué
ser los más adecuados, debido, entre otras cosas, a unas necesidades básicas,
pero, al mismo tiempo fundamentales, que se pueden cubrir con un ERP más
asequible.
Se puede entender que un software
más complejo afecta a todos los parámetros del coste, en la duración del
proyecto y en la inversión de formación de personal, al mismo tiempo, se puede
llegar a complicar más, si las exigencias/necesidades de la empresa, requieren un
alto grado de personalizaciones.
Cuanto más complicado el
proyecto, cuantas más automatizaciones se quieran conseguir, cuanto más
personalizado, mayor coste.
Pero de los cinco factores que
afectan al coste, hay uno clave y conflictivo a la vez, que va a marcar la
evolución de la implantación así como de la satisfacción percibida en la
explotación del ERP: la dirección de proyectos. Ésta debe asesorar en la
elección del ERP, formar al personal del cliente y participar activamente en la
explotación/seguimiento y mejora del ERP.
Hay que tener en cuenta que la
consultora de implantaciones está para dar apoyo, apoyo que debe ser entendido
a todos los niveles, sea de equipos, redes, adaptaciones, resolución de
incidencias y búsqueda de soluciones a las nuevas necesidades que puedan ir
surgiendo. Como es lógico el impacto en el coste de la implantación es
apreciable, por lo que es necesario que el cliente analice bien la lógica de
las partidas presupuestadas en los tiempos de implantación y seguimiento. Pero
también debe ser consciente de que el coste de ese asesoramiento y apoyo va
orientado a mejorar la gestión, dado que se “adquiere” un equipo humano que, en
otras circunstancias, no podría ser rentable al no poder afrontar los costes de
un departamento de informática única y exclusivamente para una sola PYME -PYME
mediana/pequeña-, por lo que debe ver la dirección del proyecto como un equipo
más orientado a la participación en la consecución de los objetivos
empresariales.
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