La diferencia de una implantación entre una empresa que
nunca ha trabajado con ERPs y otra que ya lo hace, radica en el nivel de
conocimiento de esta última en cuanto a necesidades de gestión, es decir, una
empresa que ya trabaja con un ERP está acostumbrada a tener una gran cantidad
de parámetros controlados así como un circuito organizativo establecido.
Es por ello por lo que los requerimientos del nuevo ERP a
implantar no son iguales para una y para otra. Mientras que de entrada la
neófita va a pedir pocos -o no, menos que la otra sí-, pero con fundamento, la
experta va a requerir una relación más larga que encuadran lo principal y otras
necesidades menores, que, con el tiempo, se han convertido en necesidades
normales para los gestores/usuarios. Esta última relación, que suele contener, nuevos
avances, puede dar lugar a pensar que se está pidiendo la luna. Aun así, nunca
se debe infravalorar los datos o recursos nuevos que se piden, aunque es la
propia empresa la que debe marcar la importancia de unos respecto a otros.
Por pura lógica, sea en el caso del tipo de empresa que sea,
se establecen unas prioridades y necesidades básicas para el funcionamiento
adecuado de la organización y, más adelante, los distintos niveles de importancia
en cuanto a poseerlos o no y la problemática que se puede ocasionar, así como
el nivel a partir del cual se podría empezar a operar con el sistema.
Lo primordial es hacer las cosas de la forma más sencilla
posible, pero con la certeza siempre de que lo se implemente tiene que
funcionar bien y seguro. Intentar poner en práctica el lema de más vale poco,
pero bueno, sencillo y seguro, que mucho, pero con el potencial de que sea
lioso.
La diferencia entre los dos tipos de empresas que se hablaba
al principio, va a influir también en la percepción de mejora organizativa
durante el proceso de implantación y su posterior explotación, sobre todo en
esta última.
Una forma sencilla de explicar el proceso de implantación y
la importancia del establecimiento bien claro de lo que de verdad se debe
querer, es la evolución en espiral. Imaginando una empresa que nunca ha
trabajado con ERP’s, la percepción de mejora será, inicialmente, muy rápida, de
igual manera que el inicio de una espirar, donde el recorrido pequeño supone
una alta velocidad de giro. Sin embargo, llega un momento en que las mejoras ya
no son tan patentes y la velocidad de giro es menor, eso es lo que le ocurre a
la empresa que cambia de sistema y es lo que marca la necesidad de mejora, lo
que va a producir que se deba querer, que es lo que se tiene más añadidos o
sólo lo que se tiene, pero mejor y más seguro.
Dos cosas se deben querer y tener bien claras, una, tener
presente la necesidad de mejora organizativa y la ayuda que puede suponer el
ERP para conseguir ese objetivo, al significar, menores costes por mejor
aprovechamiento de recursos y mayor control y, dos, que los procesos a
implantar sean de entrada, sencillos, pero seguros, teniendo en cuenta que la
implantación nunca termina, sino que participa en la mejora y ampliación de los
mismos.
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